No es la cámara, eres tú.
Como señalamos en la primera entrada de este blog, el sensor es la pieza más elemental dentro de una cámara de fotos, y su tamaño determina en gran medida la calidad tecnológica de nuestras imágenes.
Ahora bien. Más importante que el sensor, el procesador, el objetivo o su diseño, es el ojo del fotógrafo. No insistiremos lo bastante en este hecho: las fotos no las hacen las cámaras, las hacen los fotógrafos; y un fotógrafo se forma estudiando, mirando fotos de otros autores y practicando como si no hubiese mañana.
Así que ya sabes: cuando te digan “qué fotos más buenas hace tu cámara”, tienes un buen motivo para cabrearte.
Desde la irrupción de la fotografía móvil a finales de los años 2000, hemos asistido a un fenómeno absolutamente nuevo en el mundo de la fotografía: su democratización. Ahora todo el mundo lleva una cámara encima las 24 horas del día, y se calcula que en una sola jornada se toman miles de millones de fotografías en todo el mundo. Para que os hagáis una idea, en solo 2 minutos se toman más imágenes que en todo el siglo XIX.
Ahora bien: cantidad no implica en absoluto calidad, y esta es probablemente la razón por la que muchos de vosotros habéis decidido hacer este curso con nosotros.
Las bellísimas imágenes que estáis viendo en esta entrada no han sido tomadas con una cámara Leica, tampoco con una Canon 1Dx; han sido tomadas con un teléfono móvil. No en vano, son algunas de las imágenes ganadoras del prestigioso concurso de fotografía móvil Mobile Photography Awards, solo uno de los innumerables concursos de este tipo que podemos encontrar en la actualidad repartidos por todo internet.
Solo dos apuntes:
- Se aceptan fotografías hechas con todo tipo de móviles. Esto no se trata de Samsung contra Apple o Huawei contra Xiaomi. A día de hoy, las prestaciones de las cámaras fotográficas móviles son muy semejantes, y no hay ningún modelo que se acerque más a una cámara profesional que otro (de hecho, ninguno se acerca en absoluto).
- Si os fijáis, las fotos no hacen uso de ninguna de las tecnologías que publicitan cada año los fabricantes. Ni el efecto belleza, ni el filtro noir, ni el desenfoque por software se emplean en estas imágenes, que son simple y llanamente pura fotografía. Dan igual los megapíxeles, da igual el modo noche. Una foto es una foto, nada más.
¿Entonces? ¿Cómo consiguen hacer estas fotos si yo tengo un Xiaomi Mate Note 9 Pro y no me sale ni una?
Muy sencillo: estos fotógrafos solo están aplicando a la cámara de su móvil los mismos principios que se aplican a la mayor parte de las fotos profesionales: un estudio pormenorizado de la luz, una técnica universal basada en el triángulo de exposición, unas nociones de composición fotográfica, creatividad y práctica, muchísima práctica.
La mejor cámara es la cámara que siempre llevas contigo, es cierto; pero también la que te ofrece más libertad y calidad para obtener las fotografías que tienes en la cabeza. Se trata casi de una cuestión moral: en la medida en que la cámara te permite ser libre y tomar tus propias decisiones, es una buena o una mala cámara.
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